¡Que disfrutéis del capítulo!
Una
chica de pelo negro, oscuro y liso me miraba desde el otro lado del
espejo con unos ojos profundamente azules, tan oscuros que casi
parecían negros. Una piel muy pálida, la más pálida que recordaba
haber visto (Poca variedad tenía, solo había visto la de Gale, y la
suya era bronceada). Y esa chica, tan distinta de mí que fuese,
tenía la misma cara de sorpresa y susto que yo creía tener.
Decido
sentarme en el banquito que hay bajo la ventana.
¿Cómo
es posible? -Pienso. - No puede ser, no me acuerdo de nada, pero se
que esa no soy yo. ¿Y ahora que hago? Si se lo digo a Gale pensará
que estoy loca, aunque creo que ese pensamiento no será tan
desacertado. No me acuerdo de nada, pero se que esa no soy yo. Y sin
ni siquiera saber como soy yo... Pero algo tengo que hacer. No puedo
estar así, sin ser yo.
Y,
de repente, la bombillita de mi cabeza, que estaba totalmente
apagada, se encendió. Y me acordé. ¡Es ella! Es... ella... Mmm...
¡Stefany! ¡Sí! Pero no sabía de que me sonaba. Y de repente me
acordé, ella, se cambió y fue totalmente diferente, y se escapó...
Y se echó un producto especial... Lo malo es que no me acordaba. Así
que decidi bañarme y meditar en la bañera.
Cuando
salí de la ducha empecé a secarme y me enrrollé en la toalla. Cogí
otra mas pequeña y empecé a secarme el pelo para poder peinarme. Y,
entre estirones y quejidos, lo conseguí. Y justo cuando iba a
empezar a vestirme, me acordé.
Stefany.
Comedor. Agua. No, no era agua.Era agua y Sal. Y después, mucha más
sal. Stefany rubia. Salió corriendo. Más gente corriendo. Yo
también. Me choqué. Y fin.
¡Sal!
Necesitaba sal. Y así se me quitaría esto que llevo por pelo, por
ojos, por cuerpo. Y, ¡Cómo no!, salí corriendo. Abrí la puerta
del cuarto de baño y fui a la cocina. Recordé que había un salero
en la cocina, lo cogí y volví a salir corriendo hacia el cuarto de
baño. Y cuando entro, cojo el salero y lo vacío en la bañera. Y
sin pensármelo dos veces, me quito la toalla y entro en ella. Meto
todo lo posible en el agua menos los ojos. Pica un poco, pero de
repente, algo extraño pasa. ¡Mi piel se esta despegando! Creo que
es lo más asqueroso que he visto en mi vida. Pero, debajo, muestra
una piel bronceada, perfecta. Mi pelo se va estirando, y casi como
por arte de magia se va poniendo más y más claro, hasta quedar en
un tono dorado y un poco cobrizo. Unos bucles bastante anchos
asomaban por la parte baja de mi pelo. Ya solo tenía que meter mi
cabeza en el agua. Abro los ojos debajo de ella, duele mucho, pero
merece la pena saber como soy realmente. Y meditando, escucho unos
golpes en la puerta:
-
¿Te ha pasado algo?
-
No... ¿Por qué lo preguntas?
-
Nada, es que no veo muy normal salir corriendo de un cuarto de baño
en una toalla, coger sal y entrar corriendo.
- …
Ya se que no es lo más normal del mundo, pero cuando salga, te
aseguro que no será lo más raro que veas hoy. -Salgo de la bañera
y empiezo a vestirme -
-
¿Pero para qué quieres la sal?
-
Nada, para echarla en la bañera.
-
Vaaale. Tú allá. - Me imagino su cara. Las cejas juntas y
levantadas, formando arruguitas en su frente. Y en los ojos miedo, y
bastante reproche. Y como mi imaginación es tan realista me da por
reírme. - ¿Y ahora qué te pasa?
-
Nada. Estoy feliz. Y... - Abro la puerta - ¡Tachan! ¿Te gusta la
verdadera yo?
- …
- Su cara lo expresa todo -
-
¿Y bien?
-
Sí... Sí, sí, pero... ¿Cómo lo has hecho?
-
Pues con la sal. Por cierto, deberíamos de ir a comprar más, la he
gastado toda. Perdón.
-
No pasa nada. ¿Pero cómo? Si eras otra cuando entraste ahí y ahora
tienes el pelo rubio, largo y hasta un poco rizado; tus ojos son
color miel, tu piel está un poco bronceada y hasta has crecido un
poco. Y... Pues eso. - Ese “y” es, seguro, que ahora ya no
parezco una niña de 10 años, y ahora aparento unos 15, 16 o 17
años. -
-
Bueno, no lo se, ni siquiera sabía a ciencia cierta que esa no era
yo, pero mi instinto me lo decía y me acordé de una cosa.
-
¿Te acordaste de algo? ¡Eso es muy bueno! ¿Y de qué te acordaste?
-
De mi amiga Stefany (Creo que era mi amiga). Ella era igual que yo. Y
recuerdo una escena, le echaron agua, pero con sal, era un agua rara,
yo nunca la había visto antes y de repente, salió rubia, y mucho
mas vieja y tenía los ojos verdes. Se fue corriendo, y, no se por
qué yo también corrí y me choqué. Nada más.
-
¿Quienes le echaron agua?
-
No lo se. No me acuerdo de nada más.
-
Bueno, eso es un buen paso. Poco a poco recordarás más cosas, como
por ejemplo tu nombre. O tu edad.
-
Espero que sea así.
De
repente, se escucharon unos pasitos por la escalera, que estaba justo
al girar a la izquierda desde la puerta del cuarto de baño. Y
apareció una niña pequeña con cara de sueño.