lunes, 11 de febrero de 2013

Capítulo 2

Este capítulo NO lo debería de haber subido, porque este tocaría mañana, pero bueno, os he dejado con la curiosidad demasiado tiempo y he decidido subirlo. Por introducción, podréis usar la del 1, ya que los he subido uno detrás de otro. ¡Bueno, que disfrutéis con la lectura! (Y que no se os olvide comentar) :) :


Me siento en una de las sillas mientras me prepara un bocadillo. No es gran cosa, pero como he estado inconsciente 8 días tengo el estómago como una pelota de ping-pong. Por lo que me ha contado, me recogió justo después de desmayarme. Me llevó corriendo a casa de sus abuelos y allí llamaron a un aerodeslizador-médico, que vino a recogerme. Estuve en el hospital 5 días, en los que me mantuvieron enchufada a una máquina que me salvó la vida. Después de ese tiempo, me llevaron a casa de sus abuelos y me dejaron allí. Se suponía que dentro de una semana tendría que volver al hospital, donde me volverían a enchufar a la máquina. Pero como me he despertado, no tendran que volver a enchufarme.

- ¡Aquí tienes!
- Gracias. - Lo saboreo lentamente - ¡Hum! Está muy bueno.
- Pues la verdad es que no soy muy bien cocinero, pero los bocadillos se me dan bien.
- Ya lo había notado.
- ¿El qué, que no soy buen cocinero? - me mira con algo de enfado, pero probablemente fingida-
- ¡No! He notado que se te da bien hacer bocadillos. Aunque por otra parte... - en ese instante me mira con la cara más graciosa del mundo (las cejas bajadas, la cabeza echada para atrás, y la nariz y la boca arrugadas) mostrando indignación - ¡Era broma! No te preocupes, que todavía no he comprobado tu cocina. Espero poder hacerlo pronto. - y le miro, curiosa. Mientras me contó mi historia me di cuenta de lo simpático y alegre que era. Creo que nunca había conocido a nadie como él, cosa difícil de saber si había perdido la memoria.
- No se, no se. Si opinas así de mi cocina... Oye, ¿qué te pasa?
- ¿Eh? Ah, vale perdona. Me había embobado pensando en mis cosas.
- No le des más vueltas. Te lo recomiendo.
- Gracias por intentar ayudarme. Por lo que me has contado, he estado 8 días insconsciente, ¿verdad?
- Sí, sí es verdad.
- ¿Y me han duchado alguna vez? Porque no huelo mal, o eso creo. -pregunto bastante intrigada. Pero como se quedó callado me temí lo peor - ¿¡No me habrás duchado tú, no!?
- ¡No! No te duché yo, pero mi abuela te limpiaba todos los días con una esponja y algo de jabón.
- ¿Y porqué te has quedado callado y te has puesto rojo?
- Porque... porque...pornadapornadanopasanadaenserio
-¿Porque qué? Creo que no me he enterado bien. - Estaba con un tono interrogatorio que él no merecía, pero la curiosidad me mataba - Bueno, si no me lo quieres decir, vale. - Este tono de reproche siempre funciona. y como ocurre casi siempre, tengo razón -
-Porque ella te lababa con la esponja todo lo que yo no debería ver. Lo demás lo hacía yo... pero estabas en ropa interior... - En ese instante fue mi turno de ponerme roja. Pero una cosa que había heredado de mis padres es que las respuestas-automáticas-que-te-dejan-callado-para-siempre -
- Pues espero que me hayas duchado bien, aunque ahora lo comprobaré. Si me has visto casi desnuda lo deberías de haber hecho bien. - Y sí, lo dejé callado - ¿Me podrías decir dónde puedo conseguir ropa limpia y una ducha para darme un baño?
-Sí, claro. Te daré alguna ropa de mi prima, hay veces que viene a vernos y tenemos dos o tres mudas por aquí. ¡Anda mira - se giró y me miró - una cosa buena de que mi prima venga!
- ¿Tan mala es?
- Tu no lo sabes bien. Aunque dentro de poco vendrá y tendrás el “placer” de conocerla.
- Bueno ya veremos.

Lo observo detenidamente mientras sube las escaleras. Cuando lo vi por primera vez no me di cuenta de muchos detalles, como que tiene los ojos grandes y abiertos por la alegría y la curiosidad. Entre sus cejas rubias como su pelo se forman arruguitas de preocupación cada vez que me ve mal. Probablemente cada vez que vea a alguien o a algo mal se le formen. Tiene los brazos y el tronco fuerte. Y ahora que lo veo subir las escaleras, veo que tiene un cuerpo bastante atlético. Tambien me he dado cuenta de que el azul marino le sienta bien, con su piel morenita le resalta. Está un rato arriba y luego baja.

- ¡Toma! El baño está por allí. - Me dió unos pantalones blancos y una camiseta azul marino con un jersey hasta las rodillas del mismo tono. unos calcetines grises y una camiseta interior blanca. Por último, justo encima, unas braguitas rosas con corazones rojos. Lo miré y no pude resistir la tentación de decirlo. - Creo que no me hace mucha gracia que sepas cómo son mis braguitas, pero bueno, te lo perdonaré, pero solo por esta vez. - Me dirigí hacia la puerta que él me señaló sin molestarme en mirar lo rojo que estaba.

Entré y lo único que pude hacer al mirarme en el espejo fue soltar un chillido ahogado que me salió del corazón. Y solo pude sacar una conclusión:

Esa no era yo.

2 comentarios:

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¡Y gracias por leer mi blog!

Muchos besos,
Delly